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Mi casita de madera o cómo hice (hicimos) posible la última campaña de Navidad

virginiabodega

No podía dar carpetazo a 2024 sin contaros cómo surgió la idea de hacer las sesiones navideñas en una casa de madera en el campo y cómo fue posible toda la logística previa


Pasé semanas buscando en internet y Wallapop, la encontré, fui a buscarla liando a mi marido, tardé otras dos semanas en restaurarla y luego compliqué al resto de la familia para llevarla al campo en cada jornada de sesiones...



No quería dejar atrás 2024 sin contaros, o, al menos, sin dejar por escrito para mi yo del futuro, cómo se ideó y cómo fue posible la que ha sido mi última campaña de Navidad, la casita de madera. Todo empezó un par de meses antes, a primeros de septiembre más o menos -sí, ya iba un poco tarde...-, cuando empecé a darle vueltas a la posibilidad de hacer las fotos de Navidad en una pequeña casa de madera infantil.

Busqué en internet, pero las cabañas nuevas eran muy caras, no bajaban de 300 o 400 euros, y esa inversión inicial se me hacía demasiado alta, pues luego habría que invertir también en decoración, atrezzo y demás cositas. Así que comencé a bucear en Wallapop. Y allí estaba. Perfecta, desgastada, súper disfrutada, con el tamaño perfecto y el precio perfecto. La había encontrado... "Por favor, que esté todavía disponible", pensé yo, y efectivamente, lo estaba. La propietaria fue muy amable en todo momento y de hecho ni siquiera le importó que mi amigo Mota se pasara por su casa por si podíamos transportar la casita en su remolque, pero fue imposible; no obstante, le agradezco su ayuda, siempre está dispuesto a echarme un cable cuando le planteo alguna de mis historias.

"Bien, pues tendré que alquilar una furgoneta", fue mi siguiente planteamiento. Pero temía el momento de irme yo sola a Madrid con un vehículo enorme, así que lié a mi marido, que se cogió la mañana en el trabajo para acompañarme. Ainsss... ¡menos mal que me apoya en todas mis chaladuras! De manera que nos plantamos en una bonita urbanización de Alcobendas y realizamos la transacción, cargamos la casita sin problemas y nos pusimos rumbo a Trillo, aunque antes dejé a mi marido en casa para que pudiera trabajar algunas horas, que ya le había liado bastante.

Llevar aquel trasto me resultó sencillo, pero de inicio asusta conducir algo tan grande. Según llegaba al pueblo llamé a mi tío Mundy, otro que siempre está dispuesto a ayudarme y está pendiente de mis historias, aunque refunfuñe un poco. En el fondo debe quererme. Ya había quedado con él en que me ayudaría a descargar la casita, y allí se presentó, con otros tres compañeros de trabajo que ni siquiera me dejaron ayudar a cargar el pequeño inmueble infantil. Por fin la casita estaba donde yo quería, preparada para ser restaurada. Eso fue lo siguiente.

Y para este tipo de cosas, a la que asalto es a mi madre, que es una experta en manualidades y tiene todo tipo de máquinas de lijar, pinturas, pistolas, barnices y demás utensilios. Así que me preparó un kit y el siguiente fin de semana comencé el trabajo de reparación, limpieza y adecuación de la casita. Mi marido volvió a ayudarme a arreglar las maderas rotas y yo me esforcé en limpiar, lijar y pintar en sólo un par de días. Una vez metida en faena, vi que quedaría muy bonito un papel pintado en el interior, de manera que lo compré y al fin de semana siguiente lo instalé, terminando la casita.




Jornada de pruebas con Helena, Julia, Jimena y Gonzalo


Lista la casita y preparada la decoración, las luces y demás atrezzo, lo siguiente fue liar a mis amigas Laura y Cristina para que vinieran con sus niñas a hacer unas pruebas. Igual que mi familia, siempre están dispuestas a lo que sea, son las mejores. Preparamos y pensamos el vestuario y ya solo faltaba empezar a hacer fotos... ¡Era el momento más esperado! Pero todavía había un escollo, ¡había que llevar la casita al campo!

Mi amigo Mota, que es tan amable, volvió a acceder a ayudarme, pero comprobamos in situ que su remolque era pequeño; la casita no cabía dentro. "¿Y ahora qué hago?". Necesitaba hacer las fotos ¡¡ya!! Y además mis amigas ya estaban de camino... necesitaba llevar la casa al campo. Así que volví a hacer uso del comodín del público: mi tío Mundy, que consiguió una furgoneta y en un rato estábamos en el lugar elegido por mí, una zona de pinar del Vivero, uno de mis lugares favoritos en Trillo. ¡Por fin!

Laura y Nacho me ayudaron también con el momento decoración; se había hecho un poco tarde y el sol cada vez estaba más arriba, y yo, más agobiada. Pero con amigos todo funciona y en un momento estaba todo preparado para empezar.

Helena y Gonzalo hicieron una pareja preciosa y las hermanas Julia y Jimena, que además son guapísimas, también se portaron muy bien y creo que hicimos un buen trabajo de muestra. También tomamos algunas fotos familiares y comimos galletas de jengibre. Cogimos unas cuantas setas y nos vimos un rato, que también se valora, también.

Con las fotos hechas, ya respiraba un poco más tranquila, aunque ahora tocaba recoger y devolver la casita al garaje de mi abuela, donde estuvo todo el tiempo que duró la campaña -me daba miedo dejarla en el campo, podía quedarme sin ella, me la podían vandalizar... ¡cualquier cosa!-. Mi tío Mundy y mi marido, de nuevo, fueron mis salvadores.


Gracias, gracias y gracias

Una vez lanzadas las fotos de prueba, conseguí llenar las jornadas de sesiones que me había propuesto. Pusimos fecha y organicé a mi tío, a mi marido, Rober, y a mi padre para que me ayudaran a llevar y recoger la casa en cada jornada, y a mi madre para que se ocupara de mis hijos, claro. Todo funcionó a la perfección, tuvimos buena suerte con el tiempo y la campaña fue un éxito. Y quedé muy contenta con las fotos, pero esta vez, casi más con todo el proceso en sí: tener una idea un poco alocada, digamos, conseguir llevarla a cabo y hacerla realidad y comprobar cómo la gente a la que quieres también te quiere un montón y está dispuesta a ayudarte siempre, por trastornadas que sean tus ocurrencias. De manera que GRACIAS a todos ellos y ellas, os quiero un montón.

Y GRACIAS también a todos y todas los que vinisteis a Trillo para haceros vuestra sesión de Navidad. Vinieron familias de Guadalajara, de Madrid, de Pastrana, de Cifuentes. Un montón de personas majas y dispuestas a conocer mi casita, niños emocionados por entrar dentro, algunos no querían salir... jajaja. Fue especial y divertido. De modo que, otra vez GRACIAS.

Para terminar, os cuento que en la última jornada de sesiones, una de las familias que vino a hacerse sus fotos me preguntó por qué haría con la casita cuando terminara la campaña. Bien, pues ese mismo día se la vendí y durmió ya en su jardín. Y a mí me dio un montón de pena desprenderme tan pronto de ella. Pero es que ya no puedo acumular más trastos, me van a echar de casa. Menos mal que son mis propios primos los nuevos propietarios y sé que Clara y Juan la disfrutarán y la cuidarán un montón.

Hasta aquí la historia de Mi casita de Navidad, perdonad que me haya enrollado tanto, pero es que me apetecía tener esto guardado en algún sitio y recordar que el año que viene debo ser más cauta con lo que deseo... ¡¡¡porque luego se hace realidad!!! Será la magia de la Navidad.



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